Revista Nº 2 - Septiembre-Octubre 2008







Editorial

¿Qué entendemos por nueva dramaturgia?

Con el descompromiso que sólo la ignorancia de saber qué es lo que se escribe y a qué pertenece, importante para los investigadores e historiadores teatrales que necesitan colocar cada cosa en su lugar, como si las obras de arte fueran zapatos que deben guardarse en sus respectivas cajas y con sus ticket de garantía, es que se hace uso de esta singular y superficial categoría: “la nueva dramaturgia”.
Definir una obra y, por supuesto a un autor, dentro de la nueva dramaturgia es generar un método de clasificación que excluye sin reparos a todos aquellos que no se amolden a las actuales necesidades de la escena. Necesidades que sólo los estudiosos consideran como esenciales, y que muchas veces favorecen a una escritura elitista, o sea, que se cierra en su propio núcleo de entendidos del arte. Por lo cual, la necesidad se centra en los artistas y no en aquellos que lo aprecian, como es el público que asiste o se encuentra con cada representación.
En Argentina, estos parámetros de selección, a su vez, derivan del conocimiento del teatro que se construye en Capital Federal, que a su vez mira lo que sucede en Europa, y se descarta de por sí el conocimiento de las búsquedas y expresiones internas, las que se radican en las provincias y que bien podrían y deberían generar un lenguaje propio.
Confundir es lo único que logran, sobre todo a aquellos que se inician en la escritura tomando referentes con cierto descompromiso con la problemática social actual; encontrando en lo banal un indicio de espejo de la realidad pero sin profundidad. El espejo sólo refleja al mismo artista que se expresa. Se sienten parte de lo nuevo, del “nuevo ser que asoma sin ideas ni actitudes definidas a un mundo que se transforma, para tomar luego una posición y hallar conclusivos significados morales.” Esta frase última refiere a León Tolstoi y sin embargo es muy actual. Bien podría Tolstoi ser parte de lo “nuevo”. Hay que aclarar que lo nuevo no necesariamente es bueno, ya que refleja un cambio en los modos de operación pero no así una evolución de éstos.
Al incorporar el referente de NUEVO, estamos haciendo uso de un parámetro temporal con clara referencia a todo aquello que posee actualidad, y que se desconocía, o sea, una escritura que incluye una voz nunca escuchada antes. Esta característica genera la indefinición y provoca que muchos autores caigan en esta bolsa, pues se considera que aún no hay un género o estética que los defina.
Aquello que los investigadores del arte dramático detallan de la nueva dramaturgia, se vuelve contra ellos. La superficialidad ha generado, en boca de éstos, un nuevo género: lo nuevo. Cayendo sin saber, en el juego de que todo aquello que sea viejo es anticuado, por lo tanto pierde sus propiedades de uso. La obra vieja no sirve: los autores viejos no sirven. Inocentemente, no descubren que bajo su concepción, todo aquello que hoy es nuevo, no lo será mañana.


Pablo Longo

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenisimo el blog, la revista y las pilas que le ponen.